De los 25 años que tengo hasta ahora
vividos podría jactarme de decir que tengo toda la vida viviendo en el
municipio El hatillo, el problema es que cuando nací este municipio no existía
en el imaginario de los caraqueños, entonces habitaba en la parte este del
municipio Baruta.
Si la
conciencia se genera durante los primeros 3 años de existencia , parte de la
mía se nutrió en un abasto de un portugués que quedaba en donde hoy existe un
moderno restauran de comida española. No es que el abasto fuese mi guardería
pero quedan muy vivos los recuerdos de cuando iba cada semana con mi mamá. Eso
era lo más próximo para abastecerse, un modesto local dirigido por un portugués
de esos que trabajan de domingo a domingo, y que logró convertir lo que tenía en uno de los
supermercados (ya no abasto) más grandes de la zona.
Mi
primer colegio se llama, porque aun existe, Kinder Kare. Se
mantiene tal cual como lo recuerdo salvo que en mi memoria de niño ese lugar
sigue siendo mucho más grande de lo perciben hoy mis sentidos . Ahí aprendí lo
que era el dinero, mis papás me daban 20 bolívares (un billete que era verde
claro) para que los gastara en la merienda. Una vez me dieron uno de 100 y me alcanzó para comprarme literalmente
todo lo que quería. Y una vez a un amigo le dieron uno de 1000 (asumo que por
equivocación) y consiguió invitarle la merienda a la mitad del salón
Para que entendiéramos desde niños lo
que significaba la democracia las
maestras decidieron hacer un simulacro de elecciones dentro del salón así que
todos votamos. Contrariamente a lo que sucedió en el resto del país Oswaldo Álvarez
Paz ganó las elecciones presidenciales de mi salón y Rafael Caldera quedó derrotado.
Caldera era el candidato preferido de mi abuela en gran parte porque había sido
su profesor en la universidad central , pero mi papá no sentía la más mínima
simpatía por él, no coincidían en política y a veces discutían , creo que mi
papá tenía mucha razón pero después de discutir con mi abuela no pasaba nada,
se podían levantar un poco la voz pero ninguna familia se iba a separar por
tener ideas políticas contrarias.
En el país había un
malestar. A esa edad todavía uno podía aislarse del mundo que uno no terminaba
de entender y no enterarse por lo menos de que había pasado el caracazo , dos
golpes de estado, que habían enjuiciado al presidente , que se había desatado
una crisis económica, y que el dólar se disparaba nuevamente a niveles
alarmantes; en esa época solo pensaba cuando iba a volver a ver a mis
primos y que le iba a pedir al
niño Jesús. Pero el país estaba agarrando otro rumbo y la inseguridad empezaba
a desatarse, se empezaban a escuchar robos de casas, se empiezan a construir
muros altos , a cerrar con alcabalas las calles ciegas , a mi papá que
trabajaba en una fábrica en las afueras de la ciudad ya le habían aconsejado
que se buscara un arma como medida de prevención porque el camino se había
vuelto peligroso.
Un día me llevaron mis papas a
lo que iba a ser mi colegio por
los próximos 11 años , el Liceo Los Arcos. Un almuerzo costaba ya 500 bolívares
de los viejos. Me inscribieron en el equipo de béisbol del colegio y ahí
comenzó a abrirse un universo diferente al que había conocido hasta el momento.
La liga criollitos de Venezuela era un retrato fiel de las clases sociales del
país , habían equipos de todas partes y de todos lados. Desde los dogouts cantábamos todo tipo
de canciones para animar a nuestros bateadores: ≤ Arepa con cheese weese queremos un hit≥ ≤ Arepa con jamón queremos un home run≥ ≤Arepa
con chicle queremos un triple≥ pero entre todos había un grito de guerra que
estaba prohibido casi que hasta por el arbitro ≤Arepa con carne el pitcher
tiene hambre ≥ aunque uno lo que
quería decir era que el pitcher no
tenía fuerza para lanzar , la interpretación de que la ración de comida no
había sido suficiente podía ser muchas veces cierta.
Entonces escuché por primera vez el nombre de Hugo Chávez pronunciado
por una de mis tías. Se hablaba de
él con susto, con incertidumbre. Mi tía me explicaba que él quería que todo fuera
como un país que se llama Cuba en donde todo es de todos y nadie tiene nada
porque hay muy poco que repartir, quedé asustado con la explicación que mi tía
me dio de lo que podía pasarle a Venezuela si él ganaba. También me explicó que si el ganaba
mucha gente se iba a ir del país. Pero tampoco todos hablaban mal de él, a
algunos (pocos) de los papás de mis amigos simpatizaban con el personaje y hasta recuerdo cuando escuché a mi
profesor de cuarto grado , uno de los mejores que tuve en todo el colegio, que
dijo que tenía unos cohetes guardados para celebrar si Chávez ganaba.
Cuando ganó en
1998 recuerdo haber estado realmente desilusionado y en parte asustado por lo
mal que se hablaba de él en mi casa. Pero dentro de todo el mundo avanzaba y yo
vivía sin saberlo en una ciudad
que todavía podía resultar bastante agradable. El tráfico era bajo en El Hatillo
y aunque un poco más incorporado a la ciudad el municipio todavía contaba con
un sano sabor de suburbio. En diciembre se organizaban patinatas en el colegio
en donde todos lanzábamos los fuegos artificiales que comprábamos
clandestinamente , esos que explotan y pueden causar lesiones serias, comenzaba
la época de gaitas, y diciembre todavía tenía ese sabor tan venezolano que lo
caracteriza lleno de comida ,
risas y regalos. Llegaban las primeras minitecas y displays.
Pero el diciembre de 2002 fue un
diciembre extraño aunque no faltaron ni la risas ni la comida. El este de la
ciudad estaba parado pero no sabíamos si todo el país se mantenía en esa huelga
general indefinida hasta que el presidente no renunciara. Había gasolina pero para
obtenerla había que hacer colas realmente largas e infinitas lo que hizo que
utilizara la bicicleta en ese mes más de lo que la había utilizado en todo el año. Durante el paro general indefinido
llegó el momento en que cada día era idéntico al anterior y al próximo, pero
cuando terminó la escasez de combustible me obligó a tomar una conducta de
ciudadano de país de primer mundo ; mis papás no podían derrochar gasolina
llevándome al colegio lo que me obligó por primera vez a
utilizar la bicicleta y el autobús
para transportarme todos los días.
Viendo
las cosas en reversa los dos paros generales indefinidos le dieron mucho más
poder que el que pretendían quitarle , el mal-de-país comenzaba a sentirse más
que en otros tiempos y los problemas que antes pensábamos graves comenzaron a serlo realmente. Uno de
los mejores profesores por no decir el mejor que tuve durante todo
bachillerato, Oswaldo Narváez, profesor de historia de Venezuela , nos dijo una
frase que se quedó anotada en mi memoria: “ Chávez es un verdadero líder porque
sabe transformar una derrota en una victoria ”. Y así hizo lo que parecía una derrota , el haber
conseguido la oposición un Referéndum revocatorio en su contra , una victoria
más.
Mi generación creció sin quererlo acorralada por la política, la política comenzó a ser un tema
obligatorio de conversación en todas partes, muchos de los profesores tocaban el tema en clases como desahogo , sin quererlo los venezolanos nos
fuimos polarizando en dos bandos en donde no se ahorraban descalificativos para
descalificar al contrario. La
polarización iba creciendo en forma exponencial.
En la misa de graduación
el Padre Pantin dio un sermón
sobre la recompensa del trabajo duro. Palabras más palabras menos el
padre nos invitaba a no dejarnos llevar por el facilismo, a trabajar por lo que
queríamos , a olvidarnos de la viveza criolla, porque detrás de las cosas bien hechas hay una gratificación.
Y hacia bien el padre en reforzar los valores del trabajo porque viviendo un
país donde nos acostumbramos a ver a los dirigentes robarse enormes cantidades
de dinero ¿Cómo no iba a querer el
ciudadano común hacer dinero fácil y sin esfuerzo? Entonces el gobierno se
encargo de ponérsela bombita a los enchufados-wannabe o a bolichiquillos en potencia y lanzó
unos paquetes de viajero e Internet en CADIVI en los que prácticamente
cualquiera podía aprovecharse de la situación y ganar dinero del fácil.
Uno se va del país pero el
país no se va de uno , y desde fuera de Venezuela vi como RCTV transmitía sus
últimos minutos en señal abierta , pienso que no todos nos tomamos tan en serio
eso de que podían cerrar un canal de televisión así de fácil. Pero la desgracia
vino con el nacimiento de un movimiento estudiantil que con sus protestas podía
hacerle un poco más incomoda la vida al régimen. Regresé a Venezuela y cursando ya en la UNIMET pude
participar en el movimiento que todavía tenía efervescencia. Tragué gas del
bueno en una que otra protesta y tuve amigos que fueron hasta presos y otros
que recibieron perdigonazos. La política nos iba secuestrando hacia una lucha
más participativa.
Ahora estoy a punto de graduarme y me niego a aceptar que la opción más
sana sea migrar hacia otro país. Quiero que mi plan de la A a la Z sea quedarme.
Pero pareciera que las condiciones están para el que no se hunda es porque
hunde a los demás. Los problemas
de Venezuela te llegan hasta los huesos y uno no hace sino desahogarse de los males de nos
afectan. Quiero un país parecido al que crecí , del que apenas recuerdo, que no
era Suiza ni Dinamarca , pero donde el buen humor del venezolano daba para
soportar los problemas, aquí la risa es libre y abundante.
No,
tampoco quiero ese país, quiero un país de verdad carajo, un país donde no haya
pobreza , donde haya salud y educación , donde haya orden y donde la palabra
justicia tenga un verdadero significado. Eso es todo.
@PedroManceraS
@PedroManceraS