Las dictaduras, los
totalitarismos, la obsesión de algún tirano por acaparar el poder ocurre en
todo el mundo. La libertad en mayor o
menor grado es restringida en países tan distintos como China, Birmania o Cuba.
Lo que sí es diferente es la manera como se combaten, pero el sacrificio es doloroso
en todos los casos. En eso se centra la película, en mostrar el sacrificio de
una líder por la posibilidad de salvar a su pueblo. Ella hizo algunas veces voluntariamente,
otras no, los sacrificios más fuertes: su padre, esposo y hasta la posibilidad
de ver a sus hijos. Pero el poder corrompe y los que se hacen adictos están dispuestos
a todo para no soltarlo. Aunque la
película trata de un caso real en Birmania, del otro lado del planeta en Asia,
el hecho de vivir en Venezuela hace que uno entienda más la situación. Este es
un caso estimulante que nos muestra que todavía aquí contamos con cierto margen
de maniobra, y que las mujeres tienen un papel importante en la resistencia que
en el siglo pasado no tenían. Aun San Suu Kyi, la líder de la oposición vio el fruto de su sacrificio lo que quiere
decir que aquí en Venezuela la película aún no ha terminado.
@pedromanceras
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