Hace no mucho, como unos 30 años, existía
un dictador llamado Nicolae Ceausescu (Nicolae no Nicolás), el cual no tenía la
menor preocupación por el pueblo que gobernaba. Era la Rumania comunista
de antes del muro de Berlín.
El señor Ceucescu destinaba el dinero del erario público para construirse enormes mansiones forradas de mármol con el mayor lujo, derroche y nuevoriquismo posible,
mientras que su pueblo sufría y pasaba
hambre. El miedo era tal, y el nivel de represión tan fuerte que si algún
camarógrafo en algún acto oficial se le ocurría retratar a la primera dama en
un ángulo en el que se notara mucho su asquerosa nariz, este podía ir
preso o muerto según el ánimo de Helena, la esposa de Nicolae, quien por lo
visto no era muy agraciada y quería aparentar lo contrario. (No, no es el caso
venezolano)
Dicen que en territorio rumano la
temperatura jamás bajó de 10 grados. Ni siquiera en invierno cuando nevaba. La
razón es muy sencilla, al dictador no le daba la gana. En uno de sus ataques de
locura, al hediondo se lo ocurrió vender electricidad a Italia y Alemania
para demostrar que su modelo de gobierno funcionaba y que les sobraba
energía hasta para vender a otros
países. Pero en realidad la energía
apenas les alcanzaba para alumbrar algunas calles, entonces para poder exportarla tuvo que
racionar lo poco que producía con una brillante decisión: por ley no se podía
prender la calefacción a menos que la temperatura bájese de 10 grados. Y así, aunque
estuviera nevando el termómetro oficial no
podía marcar menos de 10. Miles de ancianos murieron de hipotermia al no poder
resguardarse del frío en el invierno.
Pero el futuro siempre es incierto y
Nicoloae nunca pensó que iba a entregar el poder antes de cumplir los 70
años. La humillación que padecía el
pueblo rumano con una de las dictaduras más feroces de Europa del este acabó el
día de navidad. El 25 de diciembre de 1989, casi un mes después de la caída del
muro de Berlin, fueron ejecutados la pareja de dictadores juzgados por genocidio entre otros cargos. Dos meses antes nadie jamás hubiesen adivinado
que esa iba a ser su ultima Navidad.
Cada vez que recorro Caracas en la noche, oscura,
y con la mitad de los postes de luz funcionando
recuerdo la Rumania de Nicolae. Este 6 diciembre pude ser la oportunidad para
que los venezolanos terminemos con tanta humillación, depende de nosotros organizarnos y cuidar los votos. No será fácil pero estoy seguro que en Venezuela lograremos recuperar nuestra dignidad, y ser referencia en latinoamerica como lo fuimos antes.
@pedromanceras
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